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Para Caroline Nguyen y sus compañeros de la Asociación de Inquilinos de Mohawk Street, el voto unánime del Concejo de Los Ángeles para prohibir los desalojos por renovaciones fue la culminación de más de un año y medio de organización y lucha.
Desde que se terminaron las protecciones del COVID-19 para los inquilinos, la cláusula de “remodelación sustancial” de la ordenanza de Causa Justa ha permitido a los propietarios utilizar las remodelaciones como justificación para desalojar a los inquilinos que más tiempo han estado en sus hogares y así aumentar los alquileres; un proceso conocido coloquialmente como “renovictions” (desalojos por renovación).
El martes 29 de octubre, el concejo votó 11 a 0 para poner fin a esta práctica. La moción del concejo ordena al Departamento de Vivienda y al Fiscal Municipal redactar una ordenanza para modificar la ordenanza de Causa Justa e impedir los desalojos sin motivo justo y requerir asistencia de reubicación, con el fin de eliminar la cláusula de remodelación sustancial.
“Para los que no podemos pagar un alquiler de $3.000 dólares, esto reduce las oportunidades de los propietarios para manipular a inquilinos responsables que han estado en sus hogares por mucho tiempo,” dijo Guillermo Mata, residente de Mohawk Street, tras la votación del concejo.
La Asociación de Inquilinos de Mohawk Street representa a los residentes de 1512 Mohawk Street, un complejo de apartamentos de 8 unidades en Echo Park que aloja a un grupo diverso de familias e inquilinos mayores. Como muchos ancianos de Los Ángeles, algunos llevan viviendo allí más de 35 años.
“Todos en el edificio están conectados de alguna manera,” dijo Lupita Limón Corrales, quien se involucró en la lucha de Mohawk Street a través de su trabajo con su local del Sindicato de Inquilinos de Los Ángeles, o SILA (LATU, según sus siglas en inglés).
“Hay algo especial en todo el edificio,” afirma Nguyen, una inquilina más reciente que se vio obligada a mudarse por el acoso de los propietarios. Describió a sus antiguos vecinos como “cálidos y acogedores,” y añadió: “Me sentí muy protegida allí.”
Según los residentes, el propietario anterior siempre había sido respetuoso con la comunidad y nunca les había aumentado el alquiler de manera injusta, pero eso empezó a cambiar cuando Ariel Isaacson, un residente de Beverly Hills de 29 años, compró el edificio en 2022.
Contrató a Beach Front Property Management para que se encargara de la propiedad y, en 2023, empezaron a presionar a los inquilinos para que se mudaran con el pretexto de que sus unidades estaban siendo remodeladas. El acoso comenzó con míseras ofertas de dinero por llaves, pero cuando esto no funcionó, el manager empezó a dar avisos de desalojo. Para acabar con la incipiente organización de los inquilinos, Beach Front envió repetidos avisos prohibiendo las reuniones en el área común del edificio, efectivamente penalizando a los residentes por hablar entre ellos.
“Las restricciones eran humillantes,” afirma Nguyen. “Nos sentíamos como animales atrapados en estas unidades.”
Aunque el propietario afirmaba que las remodelaciones eran necesarias, no se hizo nada por más de un año para solucionar los persistentes problemas de moho negro, a pesar de la presencia de niños y residentes ancianos, que corren un mayor riesgo de sufrir complicaciones de salud por causa del moho negro.
El primer aviso de desalojo sacó a una familia que llevaba viviendo en el edificio unos 18 años. Acabaron por mudarse a Corona, con lo que casi duplicaron el tiempo que les tarda ir y volver del trabajo. Su vivienda, por la que pagaban $1.000 dólares al mes, se volvió a poner en el mercado al alto precio de $3.500 dólares al mes, tras algunas mejoras estéticas básicas.
Sin embargo, un año después, los nuevos inquilinos de la unidad “renovada” también se mudaron por frustraciones con los problemas de mantenimiento. A pesar de las renovaciones que habían obligado a los inquilinos anteriores a irse, faltaban manijas en los gabinetes y un mosquitero seguía sin repararse. La puerta de entrada al edificio permaneció rota durante más de un año, hasta que el manager la quitó por completo.
Nguyen fue la segunda inquilina en mudarse, tras verse angustiada por el costo económico y emocional del continuo acoso.
“No quería abandonar a mis antiguos vecinos,” dijo Nguyen, quien ha seguido organizándose con los demás inquilinos de Mohawk. “Era desgarrador saber que estaba perdiendo mi hogar y también a la gente que me rodeaba.”
Como compensación, los propietarios le pagaron $1.500 dólares, los cuales se repartió con su compañera de apartamento menos lo que se dedució en impuestos. Lo que quedaba no era ni de lejos suficiente para cubrir los gastos de la mudanza. El acuerdo que tuvo que firmar para recibir la indemnización estipulaba que no podía relacionarse con los inquilinos ni apoyar ninguno de los esfuerzos para defender sus derechos como inquilinos.
“Me dejó un mal gusto en la boca, la forma en que nos trataban a todos como ciudadanos de segunda clase,” dijo Nguyen.
Al final, Nguyen se mudó a Temple City, donde ahora paga el doble de su alquiler anterior por un tercio del espacio, con un viaje al trabajo bastante más largo.
Cuando los residentes se pusieron en contacto por primera vez con SILA (LATU, según su siglas en inglés) para informarse sobre sus derechos tras recibir las notificaciones iniciales de desalojo, la Ley AB-1482 de protección de los inquilinos era relativamente nueva. Se aplica a las propiedades residenciales de Los Ángeles que no están protegidas por la Ordenanza de Estabilización de Renta de la ciudad (RSO, según sus siglas en inglés), y ambas organizaciones tienen mucha más experiencia trabajando con edificios de estabilización de renta (RSO).
Nguyen y Corrales, por su parte, no encontraron ayuda tanto en el Departamento de Vivienda como en los concejales. Rápidamente se hizo evidente que no entendían la política de desalojos por renovaciones, aunque fueran los responsables de aplicarla.
“No tenían ni idea”, dice Nguyen. “¿Cómo puedes implementar algo sin ni siquiera saber lo que es?”
A pesar de los retos que enfrentaron, los inquilinos que quedaban en Mohawk Street tuvieron mucho más éxito que la mayoría a la hora de resistir la presión para forzar su salida. Dado que los propietarios ricos disponen de muchos más recursos para entablar demandas, aunque sean ilegítimas, frecuentemente expulsan a los inquilinos de sus viviendas por los costos elevados de las demandas judiciales. Con la ayuda de SILA, los residentes formaron la Asociación de Inquilinos de Mohawk Street y permanecieron en sus casas durante tres rondas (sí, lo leíste bien, TRES) de avisos de desalojo. Recaudaron fondos para luchar contra los desalojos en las cortes, y varios jueces rechazaron los permisos de renovación del propietario. Con el apoyo de otras asociaciones locales de inquilinos, se movilizaron mediante una serie de acciones, protestas, difusión de su historia por internet, distribución de volantes y colgando pancartas.
Los inquilinos también se movilizaron para presionar al concejo para cerrar el vacío legal de los desalojos por renovaciones, contactar insistentemente al Departamento de Vivienda (LAHD, según sus siglas en inglés) y a concejales como Hugo Soto-Martínez, al que denunciaron públicamente por ignorar sus esfuerzos para reunirse con él. Encontraron aliados en Strategic Actions for a Just Economy (SAJE), que presionó con éxito al concejal Bob Blumenfield para que presentara la moción. Tras años de presión, el 8 de octubre se presentó al concejo la moción para poner fin a los desalojos por renovaciones. Los inquilinos reunieron apoyos para asegurar que el concejo votara la moción.
Tras la decisión del martes, Corrales observó: “Me parece importante señalar cómo se produce el cambio en Los Ángeles: a través de años de organización y acción directa, sólo lo suficiente para sobrevivir y poder trabajar en políticas, y a través de una coalición entre muchas organizaciones que ejercen presión utilizando diferentes capacidades.”
Para seguir los próximos pasos y apoyar a la Asociación de Inquilinos de Mohawk Street, puedes mantenerte al día a través de su Instagram.